Mi Lady.

Mi chanchita...
Sé que te ves entre rejas, pero Dios sabe cómo he pedido que no te sientas cautiva.

Si te suelto... te escaparías y te comería cualquier gato por ahí...

Así que por eso te soltamos arriba del sillón para que te metas entre los cojines y rompas con tus dientecitos todo lo que te guste.

Ya me conoces. Me recibes en dos patitas todas las noches, mi cosita...

Gracias por no moderme. (Bueno recuerdo aquella vez... pero sé que era porque recién estábamos conociéndonos).
Y aunque jamás nos imaginamos tomando algún pariente tuyo, tú lograste romper los prejuicios.

Llegaste sorpresivamente. De regalo en tu jaulita, mi niñita gordita.
Con tus manchitas oscuras y tu pelito blanco. Bigotitos largos y tu nariz pequeña, hueles mi mano cuando te alimentas.
Te lavas prolijamente. Guardas tu alimento. No te gusta el desorden. Prefieres lo oscurito, por tus ojitos rojos. Te conozco.

Si faltaras... ¿quién andaría arrancando para no tener que tomarte como lo hace mi mamá?
¿quién andaría gritando como baboso por ti como lo hacemos nosotros?
Gracias por llenar nuestro hogar de ternura y "dejarnos" cuidarte.

Gracias Mi Lady.